martes, octubre 31, 2006

:::Brad Will Por: Luis Hernandez Navarro


Por: Luis Hernández Navarro (México)
Foto: Francisco Olvera

El largo y delgado cuerpo yace sobre el frío asfalto de una calle en el municipio Santa Lucía del Camino, Oaxaca. En el torso desnudo un hilo de sangre muestra las heridas mortales, provocadas por dos balas calibre nueve milímetros. Asida a su muñeca se encuentra una cámara de video HD profesional. Su nombre es Bradley Will y nació en Estados Unidos. Tenía 36 años. Era periodista de la red alternativa Indymedia.

Brad Will fue asesinado el pasado 27 de octubre. Grababa el ataque de pistoleros al servicio de Ulises Ruiz en contra de las barricadas levantadas en la colonia Calicanto. Un regidor, el jefe de seguridad de la alcaldía y dos policías disparaban a los opositores al gobernador del estado. También lo hicieron contra Brad, que documentó la agresión, siempre detrás de un grupo de jóvenes. No se expuso, pero los pistoleros lo tenían en la mira. Cayó abatido a balazos.

Enfermo, Will llegó a México en octubre de 2006. Su amigo el periodista Al Giordano, editor de The Narco News Bulletin, le recomendó que no viajar al país. "Conociendo -escribió Giordano- la mala suerte que había tenido Brad cubriendo otras noticias (la policía lo había golpeado en Nueva York y en Brasil mientras hacía este trabajo importante, pero peligroso), sus dificultades con la lengua española y el riesgo elevado que corren periodistas independientes (...) le rogué que no fuera." El periodista no le hizo caso.

A pesar de estas dificultades Brad se integró rápidamente a sus labores informativas en Oaxaca. No era, ni mucho menos, un novato. Además de trabajar en Indymedia fue impulsor de radios libres en Estados Unidos, donde participó en la emisora neoyorquina Steal This Radio, una de las más prominentes estaciones piratas de mediados de los noventas. Activista informativo, dondequiera que hubiera movilizaciones populares Brad buscaba la forma de estar para contar la historia. Narró y filmó así ocupaciones de tierra en el noreste de Estados Unidos, luchas contra la privatización en Bolivia, protestas contra la globalización neoliberal y tomas de tierra en Brasil.

Su trabajo periodístico en el sur de México resultó impecable. Tanto así que acabó siendo incómodo para el poder. Las imágenes que grabó de las agresiones en contra del movimiento popular oaxaqueño captaron los rostros de pistoleros y asesinos. Su última crónica, "Muerte en Oaxaca", es un dramático testimonio del asesinato de Alejandro García Hernández, activista de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), y de la represión del gobernador Ulises Ruiz contra los insumisos.

Brad es un ejemplo de la nueva generación de activistas informativos trasnacionales incubados y reproducidos por la lucha de Seattle contra la Organización Mundial de Comercio en 1999. Se trata de periodistas que laboran por fuera de los grandes consorcios informativos, utilizando las herramientas informáticas más modernas, tales como el php, lenguaje de programación que permite la publicación abierta e interactiva a través de Internet (véase Wilkipedia).

Indymedia, la red mundial de centros de medios independientes con la que él colaboraba, es una muestra emblemática de este compromiso político. Formada por colectivos locales en los cinco continentes, nació de la colaboración entre activistas tecnológicos -hackers- y activistas informativos tradicionales. Lo novedoso de su modelo es que fue pionero en agrupar, hacer visibles y facilitar la publicación de informaciones generadas por quienes participaban en protestas sociales, rompiendo el cerco mediático de los grandes consorcios informativos.

Will vivió con gran sencillez, en un edificio abandonado, alejado de las comodidades materiales. Su trabajo de periodista era voluntario. La mayoría de sus ingresos sirvieron para financiar su actividad. Músico y compositor, se convirtió, también, en una trovador de la nueva épica altermundista.

Para su compañero Teo Ballve, "su rostro parecía siempre feliz. No lo puedo describir de otra manera. Recuerdo su entusiasmo. Recuerdo su compromiso". Según su amiga Jennifer Whitney tenía "un enorme corazón abierto, y absolutamente dedicado a ponerse al servicio de la gente en lucha. El era una de esas extrañas personas que parecen, al menos en la superficie, haber encontrado una especie de equilibrio entre la gran seriedad de las luchas que cubría y la alegría y la esperanza necesarias para darle al trabajo".

El 17 de febrero de 2005, Brad escribió, después de una salvaje represión gubernamental en contra de una ocupación de tierras en la ciudad de Goiania, Brasil, de la que él informó ampliamente: "No puedo decirles lo bien que se siente estar vivo". Trágicamente, después de su experiencia oaxaqueña, no puede decir lo mismo.

Este 29 de octubre, en plena ofensiva policial contra el movimiento popular, entre gases lacrimógenos y gendarmes golpeando ciudadanos que resistían la represión con sus cuerpos, centenares de oaxaqueños humildes visitaron su féretro para rendirle un último homenaje. Mujeres llorando y rezando besaron el ataúd para agradecerle su compromiso y honestidad, y darle la despedida. El recuerdo de Brad quedará vivo en la memoria de una de las más grandes revueltas en la historia contemporánea de México.

Publicado en: La Jornada

Brad Will, corresponsal del pueblo caído en México

Por: Angel Palacios (Venezuela)

El viernes 27 fué asesinado Bradley Roland Will por paramilitares del gobierno Mexicano. En las mismas circunstancias murieron el maestro Emilio Alonso y Esteban Zurita, habitantes de Oaxaca al sur del país. En la misma circunstancia fue herido el reportero Oswaldo Ramírez. Todos fueron atacados por mercenarios del Gobierno de Vicente Fox.

Bradley era corresponsal de la cadena de medios alternativos Indymedia de NewYork.

Un valiente estadounidense militante de la vida que combatió cámara en mano, verdad en mano y poniéndole el pecho al riesgo que implica enfocar el lente para multiplicar la voz de los que son negados, de los que son explotados, masacrados y marginados. Hace casi dos meses, Bradley había viajado a Oaxaca a cubrir la lucha de ese pueblo hermano.

El día que lo mataron, Bradley había enfocado su cámara a las protestas populares que llenan las calles de Oxaca, recogiendo las denuncias y llamados de vecinos, trabajadores, maestros y estudiantes. Cuando los funcionarios del gobierno de Fox comenzaron a atacar a los manifestantes, Brad no apagó su cámara. Enfocó a los sicarios, los buscó con el zoom, trató de ubicar a los que disparaban contra el pueblo, se arrastró debajo de vehículos tratando de encontrar el mejor ángulo, el que te permite ver un poco más. "¿Quién es el que dispara? ¿quién es?", preguntó Will. Una voz le respondió "El de blanco, es el de blanco". La jauría de mercenarios lanzó la segunda arremetida contra los manifestantes y Brad tampoco apagó la cámara, sino que trató de acercarse más. Recibió dos disparos. La cámara quedó encendida, como encendido quedó su ejemplo.

A veces una cámara puede ayudar a salvar vidas. A veces el cobarde mercenario que apunta a las espaldas de un pueblo indefenso, esconde su arma frente a una cámara para no ser retratado. A veces el corresponsal corre la suerte de espantar asesinos, registrar la verdad y salir vivo para contarlo. Seguramente Brad con su cámara contuvo muchas balas ese día. Hasta que lo tuvieron a tiro y le apuntaron directamente al estómago. Dos balas para silenciar una cámara.

Pero se equivocaron contigo Brad, porque tu vida, la vida que te quitaron por estar del lado de los humildes, ahora se levanta amplificada para despertar conciencias alrededor del mundo. El pueblo de Oxaca está rompiendo el cerco, su determinación es noticia que no puede ocultarse y vencerá. Se equivocó Vicente Fox y sus oligarcas, porque los ojos de Brad y las voces de los oaxaqueños se están multiplicando por miles y verán la derrota de su gobierno lacayo que tras los cuatro asesinatos del viernes envió a seis mil soldados a intentar seguir aplastando la protesta que sus mercenarios no pudieron disolver.

Bradley murió pero sus imágenes quedan. Entre esas imágenes está el retrato de sus asesinos, malparidas ratas que vendieron su origen por cuatro centavos de dólar y un sueño de poder. Lacras que los pueblos en revolución no perdonarán por la lista de crímenes que tienen encima contra el pueblo mexicano. Podridos seres que disparan contra gente desarmada. A ellos y a sus jefes les llegará la hora de verse frente a la justicia de los pueblos. Y esa justicia que gana terreno en el continente no tardará en llegar a México, y es justicia implacable porque viene del pueblo y el pueblo no olvida.

El mamarracho embajador de los Estados Unidos en México, Tony Garza, hizo su aparición para poner la cara de imbécil que le acompaña desde que nació y condolerse expresando que la muerte de Brad "únicamente incrementa mi profunda preocupación por la seguridad de los estadounidenses que viajen a Oaxaca". Rolo de hipócrita: ahora es que va a ir más gente a Oxaca. Ahora es que van a haber más ojos y cámaras registrando los movimientos que hagan los lacayos de Bush como tú, como Vicente Fox y como los mercenarios que contratan para arremeter contra la población.

La embajada de Bush en México, trató de ocultar la presencia de francotiradores, trató de culpar a la Asamblea Popular de los Pueblos de Oxaca de haber hecho los disparos, pero las imágenes grabadas por el propio Brad les han hecho tragarse su sarta de engaños.

Los medios comerciales, los que hacen de la realidad una mercancía publicitaria y moldeable salen ahora a decir que Brad murió “cuando cubría aspectos de la violencia desatada en el centro de la ciudad por el conflicto entre el sindicato de maestros y sus aliados, y las autoridades de la entidad”. Métanse la lengua en el bolsillo, medios comerciales. Brad fue asesinado y ustedes tienen parte en la mano que apretó el gatillo. Contra medios como ustedes, encubridores de la verdad, Brad luchaba junto al pueblo de Oxaca. No eran “aspectos de la violencia desatada” lo que grababa Brad, era la lucha de un pueblo por su liberación, contra las marionetas del capital. No mencionen a Brad en sus artículos, que a Brad lo menciona el pueblo con el que luchó.

Al festival de embajadores gringos y medios comerciales se suma ahora la fantasmagórica asociación “Reporteros Sin Fronteras”, para tratar de desviar el meollo del problema, reduciendo el asunto a conocer el calibre de la bala, y el nombre del que disparó. Eso ya se sabe y además se sabe claramente porqué lo hicieron. El asesino no fue un solo individuo. Fue un conjunto de individuos actuando bajo un sistema cuyas normas de supervivencia son: matar, explotar y engañar. El asunto no es sólo tener el nombre del individuo que disparó. Ese individuo es parte de un engranaje. El asunto es investigar cuanto valía el arma, de donde salio el dinero para comprar el arma, quien pagaba la infraestructura de esos sicarios, a quien obedece el que financia a esos asesinos, quién se beneficia con acallar las voces de los que cubren la noticia del lado del pueblo en Oaxaca. Y el nombre es uno solo: imperialismo. A Brad lo mató el imperialismo.

Desde Venezuela, lugar de nuestra América donde luchamos por mantener en alto la dignidad y la soberanía como bandera, te decimos Brad: Honor y Gloria, Compañero! te saludamos en homenaje póstumo y te agradecemos el haber bajado de tu país a jugártela en América Latina por darle voz a los que son silenciados. Te la jugaste, y aunque en esta tanda te toco una bala, vamos a ganarle el partido a los poderosos, a los ricos, a los usurpadores, a los imperialistas, a los terratenientes, a los explotadores, a los asesinos. Esa será tu recompensa, cámara camarada. No te fuiste Brad, estarás en cada trinchera donde un micrófono, un lápiz o una cámara se pongan de lado de los pueblos. Y estarás cada vez más en la memoria de los que luchan por su liberación: ese es para ti Brad, el mejor homenaje porque te pusiste del lado correcto, del lado del pueblo.

HASTA LA VICTORIA, BRAD!

OAXACA VENCERÁ!


El video que grabó Bard, puede verse en: http://video.google.com/videoplay?docid=-3664350201077731285

El colectivo al que pertenecía Brad es: http://nyc.indymedia.org/es/index.html

Más información sobre la lucha del pueblo de Oaxaca en: http://chiapas.mediosindependientes.org/

:::Muerte en Oaxaca. Por: Brad Will

Domingo 29 de octubre de 2006

Bradley Roland Will *


Primeras horas de la tarde del 16 de octubre...

Ayer fui a caminar con la buena gente de Oaxaca. En realidad, caminé todo el día. Entrada la tarde, me enseñaron el muro donde se impactaron las balas. Enumeraban cada una de las que iban encontrando. Me recordó la entrada de la casa de Amadou Diallos 1 , pero en este caso los grafitis estaban desde antes de que ocurriera el tiroteo.

Una de las balas que no pueden ser contadas en la pared aún está en su cabeza. Tiene 41 años, y se llama Alejandro García Hernández, presente cada noche en la barricada del barrio. Una de ellas salió a unirse con su mujer y sus hijos para permitir el paso de una ambulancia. Pero una camioneta pick up trató de pasar inmediatamente después del vehículo de emergencia. Recibió la bala cuando dijo a los ocupantes que no podían pasar. Y nunca lo hicieron. Esos ocupantes, militares en ropas de civil, se abrieron el paso a tiros para salir del lugar.

Un joven que sólo desea ser conocido como Marco estaba con la familia cuando ocurrió el tiroteo. Una de las balas le atravesó el hombro. Se encontraba en un evidente estado de conmoción cuando nos conocimos. Tiene 19 años. Me dijo que aún no había informado a sus padres del hecho -como otros, se presentaba en las barricadas noche tras noche-, y que, tan pronto como la herida sanara, regresaría a ellas. Definitivamente.

Pocos días antes llegó una delegación de senadores, cuya visita tenía por objeto determinar si había ingobernabilidad en el estado. Apenas tuvieron una probadita. Corrió la voz para cerrar el resto del gobierno. Docenas de personas salieron a pie del zócalo oaxaqueño empuñando grandes palos y cargando una caja con docenas de botes de pintura en aerosol. Se apoderaron de tres autobuses de transporte urbano y por la mañana recorrieron toda la ciudad para visitar los edificios gubernamentales e informar a la gente en su interior que quedaban cerrados. Y que agradecerían su cooperación voluntaria.

La gente salió, inquieta, aunque otorgando su colaboración. Mientras desalojaban el último edificio, tres pistoleros llegaron y abrieron fuego. Ya se habían retirado dos autobuses. Estalló el alboroto. Fue una batalla con piedras, tiros de resortera y gritos que duró diez minutos. Dos heridos, uno en la cabeza y otro en una pierna, fueron llevados al hospital mientras continuaba la refriega. La radio dio la alerta y llegó gente de todas partes.

Los pistoleros estaban a la vuelta del edificio. Pero lograron huir. Nadie estaba seguro, pero parecía que estaban adentro, vigilando. Se informó de policías encubiertos cerca del hospital, y pronto salieron hacia allá varios hombres dispuestos a vigilar a los heridos.

Lo que se puede decir de este movimiento, de este momento revolucionario, es que está creciendo, aumentando, tomando forma -uno lo puede sentir-, tratando desesperadamente de lograr una democracia directa. En noviembre, la APPO sostendrá una conferencia para buscar conformar una Asamblea Estatal del Pueblo de Oaxaca, o AEPO. Hoy en día existen 11 de 33 estados que han anunciado la conformación de asambleas populares al estilo de la APPO. Y también unas cuantas al otro lado 2 , en Estados Unidos.

Y los marinos han regresado al mar, aunque la policía federal que devastó Atenco permanece en las cercanías. Mientras, el reciente campamento (de la APPO) 3 en la ciudad de México ha iniciado una huelga de hambre porque el Senado puede hacer renunciar a Ulises Ruiz Ortiz.

¿Qué sigue? Nadie está seguro. Es como si la luz atravesara el cristal. O bien lo quema o bien pasa a través de él. Lo que está claro es que esto es más que una huelga, más que la expulsión de un gobernador, más que un bloqueo, que la unión de diferentes elementos. Es una revuelta popular genuina. Y luego de décadas del priísmo gobernando mediante el soborno, el fraude y las balas, la gente está cansada. Llaman a ese partido la tiranía, y está dispuesta a destruir ese autoritarismo.

En la calle se puede escuchar el murmullo de la selva lacandona. En las esquinas la gente decidiendo permanecer junta. Uno les ve las caras: indígenas, mujeres, niños, tan bravos y alertas en la noche, orgullosos y resueltos.

Regresé caminando de la barricada donde me encontré con Alejandro, junto con un grupo de seguidores del movimiento, que vinieron de un distrito lejano, a media hora de camino. Iba hacia la morgue con un grupo enfurecido. Entramos y vimos al propio Alejandro. No había visto muchos cuerpos en mi vida. Tremenda sensación. En la esquina, una pila de cuerpos, casi todos los que han muerto, sin refrigeración. Y el olor. Tuvieron que abrirle el cráneo para extraerle la bala. Regresamos caminando todos juntos.

Y ahora Alejandro se mantiene a la espera en el zócalo, como los demás en los otros plantones. Espera una tregua, un cambio, un avance, una salida. Una solución. Esperando que la tierra cambie y se abra. En espera de noviembre, cuando pueda sentarse con sus seres queridos, el Día de Muertos, y compartir comida y bebida y cantar. Esperando que la plaza se le venga encima y arda. Sólo espera hasta la mañana, pero esta noche espera que el gobernador y su entorno se vayan para nunca regresar.

Una muerte más, otro mártir en esta guerra sucia, otro momento para llorar y lastimarse, otra oportunidad de conocer el poder y su horrible cabeza, otra bala rasga la noche, otra más en las barricadas. Alguien mantiene las fogatas. Otros se envuelven y duermen. Pero todos están con él mientras descansa, una última noche, bajo su mirada.

* Esta es la última información enviada a Indymedia por el camarógrafo y reportero estadunidense Bradley Roland Will, antes de ser asesinado a tiros por efectivos paramilitares asociados a las autoridades oaxaqueñas. El estilo y la redacción fueron respetados.

1 . Joven oriundo de Guinea que, en 1999, cayó cerca de su departamentito en el Bronx, en Nueva York, herido de muerte por 19 de las 41 balas que agentes encubiertos de la policía le dispararon al confundir su billetera con un arma.

2. En español, en el original

3. Nota del traductor

Traducción: José Galán